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sábado, 29 de enero de 2011

Arembepe

Existe una aldea debajo del cielo y cubierta por el mar donde la naturaleza encontró su lugar.

Sus habitantes son pescadores y artesanos. Cada mañana se despiertan con el sol y se inundan de vida. Aquí no hay extrés, no hay agobios, no hay prisas. La felicidad mantiene todo en armonía.

Inventos como el despertador, los atascos, oficinas y despachos quedaron relegados por el primer rayo de sol, un baño de mar, sombras de palmeras y macacos.

Allí desperté el pasado fin de semana y al ver aquel cielo tan poblado de estrellas soñé que el sueño no era un sueño, que todo era de verdad. Esa vista, los sabores, el barullo de las olas, el tacto de la hierba y sus olores... espero que a esta aldea nunca la conviertan en ciudad de vacaciones.




;)

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