Me recuerdo de niño mirando a los ojos de los inmigrantes del mismo modo que miraba a los de mi abuelo, pensando, la de cosas que habréis tenido que ver…
Con 21 años, antes de comenzar el último año de la carrera de Periodismo, solicité una beca que ofrecía la Universidad del País Vasco, centro donde estudiaba. Se trataba de un convenio con universidades de Estados Unidos y América Latina.
Descarté los EE.UU, por aquel momento me apetecía conocer algo más auténtico. Y me concedieron ir a Salvador de Bahía, Brasil.
Así que el 23 de febrero de 2008 llegué a Salvador. Lo primero que hice, tras dejar las maletas en un hostal de Pelourinho, fue dirigirme hacia el mar. Llegué a la playa, miré al horizonte… Yo nunca había estado tan lejos de casa. Y ahí me encontraba, pensando en qué sería de mi vida a partir de ahora.
Nunca me he alegrado tanto de tomar una decisión como aquella. Así comencé a viajar.
Superé satisfactoriamente todas las asignaturas de la carrera y viajé. Viajé mucho. Llegué hasta Manaus y bajé El Río hasta Belem. Conocí el litoral Nordestino y el sertão baiano. Así como el estado de Maranhao y sus magníficos lençois maranhenses. Pero ante todo, lo que descubrí en aquel viaje fue que el mundo no es un pañuelo. El mundo es inmenso, muy
diferente y, por esto mismo, increíblemente atractivo.
Así que, como dicen los brasileiros, o bicho me pegou, el gusanillo me había picado y no había vuelta atrás. Necesitaba seguir viajando.
Viajar es lo que más te acerca a la libertad.
Esto fue lo que me dijo una vez un belga que conocí en un albergue de algún punto al sur de África. Él llevaba 3 años viajando con su novia en una furgoneta alrededor del mundo. Yo, hacía un año que había dejado Brasil, había partido unas semanas atrás de Ciudad del Cabo y pretendía dar la vuelta a Sudáfrica, pasando por Mozambique y por cualquier país que se presentase en el camino.
Y sí. Realmente, viajar es lo que más te acerca a la libertad. Cuando viajas eres tú mismo, es como si tuvieras alas. Puedes ir a donde quieras, el mundo es para ti. Recuerdo que después de volver de Brasil y tumbado en mi habitación, me decía, tú quieres irte, quieres conocer, quieres seguir viajando. Entonces… ¿por qué no lo haces? Fue ahí cuando miré a los lados, nadie me lo impedía, era totalmente libre para ir a donde quisiera. Hubo voces que me dijeron, empieza a formalizarte, pon los pies en la tierra. Yo sabía que tenía los pies en La Tierra, pero descalzos, para poder sentirla..
Hay quien dice que para viajar hace falta mucho dinero. Yo creo que para viajar hace falta voluntad. Voluntad para aprovechar las oportunidades y decisión para tomarlas.
Asi que...
Soy Periodista. Porque es lo que he estudiado, porque me gusta conocer, porque, ya sea en forma escrita o mediante formatos audiovisuales, también me gusta dar a conocer.
Y soy viajero. Viajero porque desde hace un tiempo concibo mi entorno demasiado grande y me gustaría abarcar tanto como me fuera posible.
Puede que llegue un día en el que un niño quede fijándose en mis ojos y, con la mirada, me pregunte qué es lo que han visto.
Asier Suescun